Hacía mucho tiempo que los animales deseaban averiguar a qué sabía la luna.
¿Sería dulce o salada?Tan solo querían probar un pedacito. Por las
noches, miraban ansiosos hacia el cielo. Se estiraban e intentaban
cogerla, alargando el cuello, las piernas y los brazos.
Tan solo querían probar un pedacito pero, por más que se estiraban, no
eran capaces de tocarla. Entonces, la tortuga tuvo una genial idea: Si
te subes a mi espalda, tal vez lleguemos a la luna, le dijo al elefante.
Un cuento que nos enseña la conveniencia del trabajo en equipo y el poder de la imaginación.
Esta semana Irene, nuestra profe de prácticas, ha querido traernos su cuento favorito. Y nos lo ha contado de una forma muy especial, sin el libro, nos ha encantado esa manera diferente de narrarlo, como si fuera un cuentacuentos. Y además nos dió a probar un trocito de luna, y con nuestra imaginación a cada uno le supo a una cosa diferente, ¡además de a tortita de maiz!
Gracias Irene. ¡Hasta pronto!
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