"Cuánto te quiero"
El cuento de Sam McBratney con las ilustraciones de Anita Jeram, escrito en 1994, pertenece hoy ya a la categoría de "Favoritos". La historia de amor que en este cuento se relata es un clásico que ha acompañado a generaciones, tanto así que es posible encontrar este libro en múltiples formatos: libro de cartón, de tela, grandes, pequeños, incluso se ofrecen muñequitos basados en los personajes de este libro.
El cuento comienza con una liebre pequeñita que le pregunta a su padre si sabe cuánto lo quiere: "Adivina cuánto te quiero". Es esta sencilla invitación la que da paso a un cuento lleno de ternura y con una cuota de humor, que además atraviesa la frontera del libro a la experiencia personal de quienes lo leen. Sin ir más lejos, este libro insta a los niños a:
- expresar sus emociones
- compartir afectos
- conocerse y quererse (desarrollo de la autoestima)
La libre pequeña abre los brazos orgullosa y dice "te quiero todo esto", la cantidad de amor que "cabe" entre sus brazos extendidos. El padre repite la operación y, como sus brazos son más largos, la pequeña liebre ve que su padre lo quiere más. Entonces comienza a demostrar todo lo que sabe hacer, usando su cuerpo y sus habilidades físicas, para lograr lo que quiere: mostrarle a papá que él lo quiere más.
Te quiero desde el suelo hasta aquí arriba, te quiero tan alto como lo que soy capaz de saltar, te quiero hasta donde mi vista me permite ver… pero el padre, físicamente más grande, siempre logra quererlo un poquito más.
En esta parte el libro ofrece la posibilidad de varios juegos con los pequeños que, además, los ayudarán a desarrollar algunas capacidades:
- adivinanzas
- comparaciones
- acumulación de acciones
Al final del libro, la pequeña liebre ya está cansada y comienza a quedarse dormida. Sin embargo, el juego aún no termina pues, sabiéndose derrotada, da una última pelea: "Te quiero hasta la luna". El padre, amoroso, le dice que eso es muy muy lejos y calma así al pequeño que, convenido de su victoria, se entrega en su sueño profundo acompañado del cariño y los besos de papá, quien, en un guiño final, le susurra con una sonrisa "yo te quiero hasta la luna, de ida y vuelta".
La cuota de humor de la liebre padre al final de la historia deja un final abierto, pues un lector intrigado con el cuento pudiese querer seguir en la competencia de amor. Y así el relato de las dos liebres atravesaría hasta el relato de amor que viven quienes están leyendo el libro
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